sábado, 9 de febrero de 2019

Emeterio Desayuno


Emeterio era miembro de una familia grandiosa llena de madres, tías, primos, hermanos, cuñadas, abuelos y bisabuelos con una costumbre peculiar: la maternidad era mancomunada. En la familia Desayuno las madres lo eran de todos porque realmente lo eran: no se sabía quién era hijo de quién porque entre todas las mujeres se prestaban el vientre para tener el hijo en la fecha idónea que dictaba el horóscopo. El hijo de Aurora, nació del vientre de Paca, el de Paca del de Cloti y así casi todos los descendientes; por eso para Emeterio era un fin en la vida ser también vientre de préstamo.
Emeterio vivía frustrado y no organizaba su vida, no encontraba destino hasta que se topó con un artículo de Ana Sharife que le trastocaría todo a los 47 años:
http://ctxt.es/es/20190123/Firmas/24169/Ana-Sharife-pla%C3%B1ideras-negocio-funerales-dolientes-contratados.htm#.XFDQQITCj8g
¡Por fin había encontrado el papel que daría sentido a su existencia: no era dar vida sino despedirla!.

A partir de ese descubrimiento, Emeterio decidió hacerse plañidero y formar parte de los adioses en torno a la parca, sería “un vientre de préstamo a la inversa”, cedería su alma, que haría de vientre, para consolar y hacer menos ingrata a la muerte.
Emeterio se convirtió en un profesional del tanatorio y en un experto en trámites negros que con el tiempo se especializó en el llanto verdadero y patentó su producto “la llantina por poderes” y así, en los actos de punto final, solo lloraba él en nombre de todos. Así consiguió liberar muchas conciencias porque ante la muerte había mucha gente que no conseguía llorar, bien por exceso de dolor o bien por no sentir pena alguna.
Ver a Emeterio en acción era un espectáculo, su llantina era tan auténtica, acalorada y ruidosa, que las personas que acudían a despedir a sus allegados y no le habían contratado, abandonaban su propio duelo para presenciar la actuación del plañidero con otros difuntos.
Todo habría seguido su curso y Emeterio hubiese continuado haciéndose de oro llorando en lugar de los otros, si no hubiese ocurrido algo que le cambió la vida: la muerte de Eleuteria Pelícano:
<<Nuestro protagonista, pertrechado con impoluta levita, sus pañuelos egipcios y el ademán adecuado, lloraba con toda el alma ante la finada. Sus allegados satisfechos por la herencia que dejaba la tía soltera Eleuteria, fingían la pena amparados en el llanto del profesional. Este alentado por la satisfacción de sus clientes, exageró la llorera hasta el punto de despertar a la difunta que salió del estado de catalepsia con el que, sus engañados parientes, la habían dado por muerta.>>

El flechazo entre Eleuteria y Emeterio fue instantáneo. Para ella, él le había devuelto a la vida y para él,, ella le había mostrado el verdadero fin de su vida; ahora sí que había prestado su vientre como las mujeres de su familia aunque el renacer de Eleuteria se hubiera producido en el catafalco y no en el vientre de Emeterio.
Emeterio no tiene palabras de agradecimiento para Ana Shariffe y está deseando darle un abrazo.

Retrato de un señor que me recuerda mucho a Emeterio.