miércoles, 9 de marzo de 2022

Tormenta de ideas para la calma

 Landelino Soufflé era funambulista y estaba acostumbrado a fijarse mucho en dónde ponía los pies y sobre todo a mirar desde arriba. Pasaba tantas horas practicando que se sentía un ser desplazado de lo cotidiano. Los días de descanso leía toda la prensa atrasada y sacaba sus propias conclusiones. Un día, en el que consultaba la hemeroteca de su pueblo se encontró conque había otros profesionales que también pasaban tiempo en lo alto y tenían una percepción similar a la suya de lo que iba pasando. Eran los obreros de la construcción, los aviadores, los alpinistas y, para su sorpresa, los levitadores. Landelino decidió reunirlos para intentar dar ideas a un mundo, que a tenor de lo que estaba pasando en Ucrania, podría acabarse. Los observadores de altura llegaron a la conclusión de que las masas se movían en torno al egoísmo y la avaricia, como demostraban la desforestación, el consumismo, la existencia del Tercer Mundo o los pueblos abandonados y que el culmen era la guerra. 

Después de días de discusiones encontraron una solución difícil de acometer: tenían que devolver los valores a las gentes que los habían olvidado. La empresa resultaba harto difícil porque ninguno reunía los contactos o dotes necesarios para esparcir la bondad o la generosidad que abundaron en la Tierra en algún momento de su historia; pero no cejaron en su empeño. Todos los miembros del cónclave de las alturas opinaron que quizás la solución estaría mucho más arriba. Las discusiones se transformaron en sesiones de meditación porque nadie sabia cómo acceder a ese "más arriba" hasta que alguien sugirió: "¿y si fuera más atrás y no más arriba?". La mayoría estuvo de acuerdo que sería perfecto rescatar  los valores de antaño pero el problema seguía siendo el mismo: ¿Cómo hacerlo?...

Las soluciones propuestas fueron desde utilizar la ouija para traer de vuelta a personas insignes que reencarnaron valores fundamentales, a utilizar la radio para provocar la emoción que solo la música y la poesía podían ejercer, lanzar semillas desde avionetas para repoblar tierras estériles y convocar a los maestros de las escuelas a sus reuniones para que dieran ideas y también las propagaran entre sus alumnos...pero nada hacía parar la guerra...