domingo, 27 de enero de 2019

Heraclia Cataplasma y Urraca Membrillo



Heraclia Cataplasma y Urraca Membrillo se conocieron por casualidad en una entrevista de trabajo y, al encontrarse en la misma fase de la vida, sus subconscientes sellaron una amistad que no conoció despedida. Tras la entrevista, que tristemente no condujo a que trabajaran juntas, cada una siguió su camino sin que el lado invisible de sus voluntades dejara nunca de gestionar su amistad.
El destino, generoso, reconoció el trabajo y la constancia de las mentes de Heraclia y Urraca, y decidió darles una oportunidad a sus dueñas reuniéndolas en la misma empresa. Aquel encuentro resplandeció más que unos fuegos artificiales y las mentes de ambas, satisfechas y reconocidas, siguieron haciendo lo de siempre: buscando sinergias y comunidades de intereses que las mantuvieran unidas.
Aunque el día a día nos les daba demasiadas oportunidades para hablar de sus anhelos, sus sueños navegaban hacia los mismos derroteros: la independencia y el intercambio de favores. Ambas eran mujeres prácticas enfocadas a la solución, usuarias de la  filosofía de la eficiencia y la búsqueda del acierto en cualquier campo.
Un día cualquiera de esos en los que las empresas se percatan de que la edad media de la plantilla es demasiado alta, como podrían haber percibido cualquier otro matiz que les dotara de argumento, decidieron  , como otras muchas, echar a unos cuantos sin demasiado criterio. Esta vez les tocó a Heraclia y a Urraca y por segunda vez en la vida volvieron a encontrarse en el mismo escenario laboral: sentadas en la parada del autobús con una caja de cartón llena de cosas inútiles. Como el despido había sido tan repentino ninguna tuvo tiempo de avisar a la otra y  por tener que utilizar las dos manos para cargar la caja, tampoco pudieron  hacer uso del móvil. Para ambas el encuentro fue fortuito y motivador y después de organizar las cajas en una sola, comprar una carrito de la compra con ruedas, se fueron a fundar su propio destino: una agencia de contactos de ámbito global y multisectorial. Ambas se dieron cuenta de que sus subconscientes habían estado trabajando no solo en consolidar su amistad, sino en organizar la sensibilidad de ambas hacia las causas nobles en torno a un mecanismo práctico: “el contacto: dime que te falta que te encuentro a quien le sobra”
Heraclia y Urraca trabajaron en la redistribución de la suerte durante el resto de su vida,  anudando los hilos del destino entre las personas que podían ayudarse. Su red de contactos y sinergias superó a todas las redes sociales porque el contacto humano que ellas aportaron las hizo únicas.

En la foto, las colas frente al consultorio de Heraclia y Urraca y retrato de Hermelindo al que pusieron en contacto con un fabricante de pelucas.





sábado, 5 de enero de 2019

Camelia Butifarra

El mundo se divide en tres tipos de personas, los indiferentes a la pasión: aquellos que nunca sienten ni padecen; los apasionados: los que sienten y expresan, se emocionan, celebran y quieren repetir pero poco a poco y el tercer grupo algo más reducido del que solo forma parte Camelia Butifarra. Camelia es distinta porque siente más pasión que nadie y la siente a todas horas. Ella vive al cien por cien todos los hitos de la vida por pequeños o grandes que sean: un semáforo en verde, encontrar la tijeras, que gane su equipo de fútbol, ir a la peluquería, encontrarse con sus amigas....Camelia sentía tanto por todo que no estaba preparada para la ración extra de pasión que le produjo enamorarse; algo que no le había ocurrido antes porque sus otras pasiones le habían abarrotado siempre su inabarcable almacén de generación de sentimientos máximos. Camelia conoció a Genaro en un parque urbano mientras ambos dispuestos a "cuatro patas" intentaban identificar tréboles de cuatro hojas. Para Camelia la búsqueda del resorte que le produjera una emoción diferente era el reto diario. Para Genaro no, en realidad no buscaba tréboles sino un botón, pero no se atrevió a contradecir a Camelia que vio en aquella "búsqueda gemela" la señal indiscutible de un nuevo lance, un nuevo logro con el que inundar su almacén de emociones. A Genaro le pareció que Camelia tenía gracia y como andaba algo "tristón" se dejó llevar por el torbellino. Ambos dieron libertad a sus instintos y terminaron rebozados en tréboles y prácticamente enamorados. Tuvieron que arrancarse los tréboles incrustados en sendos cuerpos el uno al otro y lo hubiesen hecho hasta terminar sino fuera porque Genaro descubrió un trébol de cuatro hojas en un diente de Camelia que, efectivamente, les cambió la suerte. Desde aquel momento el mundo se dividió en tres grupos de personas: los ajenos a la pasión, los apasionados por ratitos, y Camelia y Genaro: entregados a una pasión que con el tiempo se convirtió en el grupo principal entre los tres mencionados y cambiaron el mundo. Yo, por ejemplo tengo a Camelia Butifarra en un marco y sigo sus dictados. A Genaro se lo dejo todo para Camelia que muy agraciado no me resulta.

En el retrato Camelia Butifalla y Genaro con la pasión agotada por los años regalados