Estanislao Carrete despertó muerto, o sea no lo hizo. Se desperezó, se aseó y desayunó como cualquier vivo pero desde su nueva perspectiva inerte. El se sabía muerto pero hacía cómo que no acusaba recibo y siguió con su viva vida de muerto.
"Si no me reconozco fallecido y sigo como si tal cosa, digo yo que me dejarán en paz". Pensó Estanislao y salió a la calle.
Allí se encontró con su entierro y casi se muere del susto, porque allí estaba él, cadáver.
- ¡Que no soy yo! !que yo estoy vivo! " gritaba de puntillas, haciendo un altavoz con las manos, impostando la voz...de todas las formas posibles para que pudieran oírle.
Nadie parecía percibir su presencia y eso que su ausencia era el motivo de la fúnebre reunión.
Estanislao se cansó de tanto aspaviento a grito pelado y se sentó en el bordillo de la acera.
-¿No te hacen caso?, le preguntó una señora con gesto de estar mascando pipas.
- Pues, no, ya no sé cómo sacarles de su error. Yo estoy vivo, como usted
-Bueno, yo viva, viva, no sé cómo decirle. De mí no se acuerda ni mi gato, así que estoy como muerta.
- ¿De usted se acuerda alguien?
- Pues no sé.
- Observe. Si mencionan su nombre, sus hábitos o sus manías. Seguirá usted vivito y coleando. Si no, estará usted a punto de desaparecer de entre los que se jactan de seguir con vida.
- O sea que solo estamos vivos mientras lo estamos para los otros.
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