Sebastiana Limón era de
profesión: cualquier cosa según se terciara, en función de la necesidad
reinante y sobretodo a la zaga de la casualidad. Era una poneparches
flexible, que encaraba la vida con optimismo y energía. Una solucionadora de
imprevistos, fontanera, maestra, psicóloga, escribana, enceradora de
suelos…Sebastiana no le hacía ascos a nada y, como la conocía todo el pueblo y
sabían de su habilidad “metamórfica”, recurrían a ella como a la
autoridad en casi todos los planos dela vida.
Ella era de todos y para
todos, lo mismo cosía el bajo de una falda a una novia en el altar, que ayudaba
en la cosecha del azafrán.
El pueblo, en
agradecimiento, había designado el día de Sebastiana para agasajarla y ella
agradecida, empeñaba el día en hacer una fabada para todo el que tuviera
hambre. Lo del dar no lo podía parar y tal era su afán que cuando le pudieron
los años, inspirada en los tiempos modernos de la distribución, creó Amaton,
para la canalización, empaquetado y envío de emociones.
Sebastiana
favoreció la redistribución de la renta emocional a través de su red de cariño.
Con Amaton, se dedicó a repartir afecto por todas partes. El catálogo de
productos iba desde abrazos, poemas, cartas de amor, cariño embotellado,
caricias, sonrisas, y el más popular: horas de escucha. El negocio
tenía una plantilla de voluntarios que entregaba los encargos y una clientela
que nunca dejaba de crecer. Amaton fue invitada a cotizar en Bolsa, pero a
Sebastiana le pareció que iría en contra de su espíritu. Algún
partido político quiso sacar tajada e incluso más de un Gobierno quiso
adquirirla, pero nunca estuvo en venta y Sebastiana se mantuvo ajena a la
ineficiencia que hubiera supuesto "meter a esa gente en el ajo".
Actualmente Amaton ya no
recibe encargos porque la intuición es lo que mueve la empresa; es tal la
necesidad que los voluntarios trabajan a destajo y de forma espontánea. Son
crupieres de amor para el desapego y la soledad.
Sebastiana ya cría
malvas, pero su día sigue celebrándose en su pueblo.
Las fotos son de Sebastiana al principio y al final de su generosa vida ©
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