jueves, 9 de noviembre de 2017

Demetria Manivela

Demetria Manivela harta, pero harta, de un ritmo de vida frenético en el que no tenía tiempo para ella; decidió dejarlo todo atrás, hizo un curso de contadora de focas y se fue a vivir al Polo Norte. Viajó todo lo ligera que el frío le permitió y se llevó el móvil como único lazo con su vida anterior.
Allí respiró la ansiada soledad y esquivó el insistente silencio gracias a los mensajes de wsap que, en aquellos momentos, le hacían mucha gracia.
Pasaba los meses contando focas, saludando de lejos a los esquimales y acariciando a algún oso polar que se dejaba. Las noches eran insomnes y felices gracias a su móvil. Demetria había alcanzado su sueño de "soledad acompañada en la distancia".
Pero nada dura para siempre y una mañana un mensaje rompió su equilibrio: "sus amigas ya no se felicitarían sus cumpleaños porque, hartas de los innumerables comunicados en cada aniversario, habían decidido celebrarlos todas juntas el mismo día"

¡Noooo! -gritó Demetria asustando a los pingüinos-, me perderé miles de mensajes y me quedaré sin felicitación el día de mi cumpleaños.

Demetria estuvo seis días sin salir del iglú, perdió la cuenta de las focas, pero tuvo dos ideas, primera: se registraría con 365 identidades en facebook con 365 fechas de nacimiento y así, la felicitarían todos los días del año y segunda: invitaría a sus amigas a que celebrasen juntas su "cumpleaños único" con ella, en el Polo Norte.
La mayoría de sus amigas aceptaron la invitación y se acercaron a su destierro, y quedaron tan prendadas, que decidieron quedarse. La soledad de Demetria quedó poblada de numerosos iglús con sus amigas dentro que, a su vez, atrajeron a más gente y...vuelta a empezar. Demetria tuvo que volver a huir y esta vez se empleó en el teléfono de la esperanza en Siberia. Así siguió recibiendo mensajes que, aunque en ruso, eran mensajes al fin y al cabo. ©



No hay comentarios:

Publicar un comentario