sábado, 25 de abril de 2020

Historias desde el encierro (IV)




Agapito Buendía tuvo suerte en la vida y su invento: “una localizadora de agujas en pajares”, le hizo millonario. Siendo absolutamente consciente que su riqueza había sido fruto de la casualidad y de la falta de paciencia del ser humano lanzó un reto al planeta en el día trigésimo séptimo día de la cuarentena: donaría el 99% de su fortuna para contribuir a arreglar el mundo si otra persona, millonaria como él, hacía lo mismo. El desafío consistía en, tras la donación, crear juntos una empresa partiendo de casi cero que, además, les enriquecería de nuevo para poder volver a repartir.
El Plan de Agapito era un crecimiento piramidal inverso en el que el fin era dar cada vez más y así remendar la Tierra.
Pasado un largo tiempo, porque Agapito sí tenía paciencia, recibió una carta del Círculo de ricos ricachones:
«Apreciado colega si la práctica  que propones se pusiera de moda: la desigualdad desaparecería y con ella nuestro status de privilegio. No te olvides que gozamos en exceso gracias a la injusticia que sufren los otros. Por esta razón no podemos acompañarte en esta empresa pero, por el contrario, si tuvieses nuevas ideas que incrementasen nuestras fortunas…no nos olvides».
Agapito, optimista patológico, no se amilanó y siguió esperando


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