Julia Malaquita estaba muy harta de vivir en la “villa del estruendo” que era como denominaba a su hogar.
Julia era una soñadora e imaginaba que su sótano era una villa y que ella era una asesina en serie con un solo propósito: librarse de Boris, el marido que le había tocado porque por soñar tanto, vivía una historia de amor inventada.
Su pareja era un loco furioso y ella, ingenua, lo catalogó de artista y así se fue a vivir con él y su arte. Fue un acuerdo tácito entre ambos por el cual él se creía su mentira (la de Julia) y actuaba como enamorado alguna vez y ella tragaba con todo.
Cuando llegó la pandemia Julia vio una oportunidad única y pensó en cargarse al artista con el mismo virus. Después de mucho pensar creyó que lo mejor era atraer al bicho poniendo a su marido una corona del Vurjer Quing, que haría de reclamo.
El día señalado para el sacrificio Boris recibió la corona y, aunque Julia esperaba haber invocado al virus, Boris sufrió un deja vu que le devolvió la paz de la infancia. Julia se prendó de su víctima por primera vez. La villa del estruendo ya no existe.
Siguen confinados porque nunca más se interesaron por las noticias.
Cualquiera no puede ser asesino en serie….
(Foto de la competencia de Vurjer Quing: "imitadores")
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