domingo, 22 de abril de 2018

Bryan Mamfredo

Bryan Mamfredo

La gestión del dar distingue a las personas. Los hay que reparten sin pensar el cuánto y lo hacen a diestra y siniestra, porque el dar en sí mismo es un placer para ellos. En el otro extremo están los que no dan nada sin compromiso de recibo, dan para que les devuelvan algo o, lo que es lo mismo, intercambian. Luego, no dan. Los hay con una singular costumbre: con intención matemática o de siembra, que dan porque creen que en algún momento algo de lo que ofrecen les rebotará, y les llegará a ellos. Son los dadores a granel con esperanza de retorno. En esta última clasificación entra Bryan Mamfredo, de profesión repartidor de agua embotellada a domicilio. Bryan siempre echaba una mano que iba más allá de la entrega del preciado líquido con gas: bajaba la basura de sus clientes, daba cháchara a la anciana que le abría la puerta, utilizaba sus propinas para cuadrar las cuentas de quien no tenía ni para el agua, y siempre daba los buenos días con el cariño de un surtidor de agua que se cuela por todos los orificios. Bryan se había instalado en el dar por puro placer, aunque guardaba un secreto, la creencia de que algún día recibiría todo aquello con creces.
Cuando Bryan murió, nadie volvió a comprar agua embotellada a domicilio. En realidad llevaban lustros pagando a Bryan por botellas vacías. ©

Bryan creía vender agua que no estaba. Bryan esperaba recibir y ya lo hacía. Bryan daba y daba tanto, que hasta botellas vacías le pagaban.
(imagen obtenida en milanuncios.com)


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